Al bajar del último tren luego de un viaje largo y cansado, pero sumamente importante desde Yamada Machi, fui recibido por 2 amigos muy especiales de la organización Konkokyo, la cual representa una religión de la que nunca había escuchado hablar y con un enfoque bastante interesante sobre Dios y otros temas. Me sonó coherente lo que pude entender de sus ideales luego de tanto remolino de disparates religiosos que había escuchado en mi vida hasta aquel momento…
Masafumi Kimoto fue mi guía durante los últimos 10 días de voluntariado en Japón que casualmente terminarían con una de las experiencias que guardo con más cariño entre todo lo que viví en Asia. El día que llegué a la ciudad, Masafumi venía en la Van y desde ahí comencé a conocer gente realmente admirable en Kesennuma. Luego de contarme algunas de sus historias personales y motivos, comencé a llamarle Masa Sensei, una muestra de respeto y admiración por alguien que se lo merecía de verdad…
Fue suficiente con el viaje de unos 10-15 minutos al lugar donde nos íbamos a hospedar (una casa en la parte trasera de la iglesia principal de Konkokyo) para notar que el daño acá fue mucho mayor a lo que tenía pensado con lo que había visto hasta el día. Kesennuma fue arrasada por el Tsunami que en ciertas áreas alcanzó hasta los 20 + metros de altura.
Aunque ya había estado un tiempo en Yamada Machi que también había sido destruida, nada me pudo preparar para el paisaje de este lugar…
Esas fotos anteriores las tomé desde el primer lugar de trabajo al cuál fuimos asignados como parte del voluntariado, un hotel destruido hasta el cuarto piso. Nunca pude imaginarme exactamente como un barco con ese tamaño llegó hasta donde estaba. No hay palabras la verdad.
La tarea de remover escombros fue bastante pesada y algo peligrosa. Había que utilizar ropa que cubriera todo el cuerpo, botas con plantillas de metal, guantes, mascaras para el polvo, casco y todo esto, a una temperatura de 30-35 grados. Todo era 100% necesario ya que cortarse era algo muy común y recuerdo que en un par de veces el casco me salvó de algunas varillas que cayeron del techo. Otros escenarios alrededor…
En aquellos días conocí a Wriston. A primera vista me pareció un carajo bastante normal, hasta que me ofreció ride de vuelta al campamento en su Van…
Luego ya me di cuenta que este mae era también una de esas personas que se salen de lo común. Wriston había dejado todo en Nueva York para venirse a Japón exclusivamente a ayudar en el voluntariado, nada de viajes de turismo ni paseos bonitos. Llegó a Japón con nada más que algunos dólares (que no eran suficientes para vivir en Tokio ni una semana) y una dedicación increíble al trabajo. No recuerdo exactamente la historia de cómo llegó a Kesennuma, solo sé que durmió un día en las calles de Tokio y a los días ya estaba conduciendo la “Operation ThunderStick Van” que se la había regalado otro grupo de voluntarios creo yo.
Kesennuma fue una mezcla de emociones opuestas en muchos aspectos. Tengo que confesar que no era fácil caminar por los escombros de la ciudad destruida en su gran mayoría. Luego de trabajar alrededor de 6 horas a diario lo único que quería hacer uno era darse un baño, comer, dormir, estar agradecido y mentalizarse positivamente para el día siguiente para lo cual, me daba paseos a pie por la ciudad pensando en miles de cosas. Era un escenario de verdad desgarrador e impactante y aunque no pude evitar pensar en cuestiones duras que pasaba la gente desde aquellos días, ya los mismos Japoneses que había conocido (no solo acá sino desde mi llegada), me habían enseñado a ver el lado positivo de cualquier momento, sin importar lo pesado y difícil que pudiera ser.
En las tardes-noches, luego de un baño al estilo Japonés, comíamos en grupo los voluntarios, la gente de la organización Konkokyo y los refugiados del templo que estaba cruzando la calle de donde dormíamos. Como pueden ver en estas fotos era un lugar sin lujos, pero todos ayudaban con lo que fuera y la comida que preparaba Shachou-san (el señor del medio de la última) sabía a gloria siempre! Algunas fotos del campamento y su gente…
Con los días llegaban y se iban voluntarios de Tokio principalmente y de ellos pude conocer a Akira, Tatsunori y Yuki, 3 muchachos que también le ponían bastante al brete y con los cuales hice amistad.
El lugar de las fotos que siguen fue el primero donde trabajamos todos juntos, Masa Sensei, los muchachos de Tokio, Wriston y los amigos de Konkokyo. Remover sacos de arena de unos 10 kilos durante 2 días me dejó una lesión vacilona en la espalda de la que todavía me acuerdo cuando entreno Karate, pero la satisfacción de trabajar allá era tal que prácticamente se me olvidó y al final dejamos la casa bastante limpia, sonrisa para todos!
En algunas ocasiones Wriston me daba un ride por la ciudad (como el del video, aclaro que la canción que suena fue mera coincidencia) y escuchando buen metal o rap y hablando de todo un poco fuimos a parar un día a una cafetería donde para mi asombro, el mesero y dueño de lugar resultó ser un maestro de Karate del mismo Dojo en el que entrené en Tokio. No solo eso fue de asombro si no el lugar como lo ven en las que siguen… Luego de charlar por un par de horas seguimos el camino…
Así se fueron los 10 días en Kesennuma y así terminó mi voluntariado en Japón… El día a día fue: Levantarse, mentalizarse, desayunar, trabajar fuerte, bañarse, regresar al campamento, cenar, caminar por los alrededores y por las noches ir a una mini reunión donde hablamos mucho de todo, tomé cerveza como nunca en mi vida lo hice ni lo volveré a hacer y al final, sacar unos minutos antes de dormirse para pensar y pensar y pensar hasta caer agotado…
No recuerdo muy bien quien se fue primero o cómo fueron las despedidas. Si puedo mencionar que llegó Alejandro, un carajo amigo de Wriston, con la misma situación y con algo particular… Sabía hablar español ya que sus padres son colombianos. Se me hizo raro y entretenido hablar español fluido luego de meses!
Akira fue otro ejemplo, luego del voluntariado inicial que tenía planeado decidió quedarse más tiempo en Kesennuma y hasta hace relativamente poco todavía estaba allá ayudando, luego de mucho tiempo lejos de Tokio…
El día de regreso tuve la suerte de que había un festival musical donde pude escuchar los famosos tambores Taiko tradicionales Japoneses por primera vez en todo el viaje! La energía era muchísima y me sentí bastaste dichoso de poder finalizar así esa experiencia sin palabras… Algo de aquel momento…
El viaje de regreso a Tokio fue cansado, pase la mayoría de tiempo en silencio o dormido. Al llegar, Masa Sensei nos llevó a un restaurante de Ramen bastante especial con un sabor original que de solo pensarlo se me hace la boca agua y donde quedamos en volver alguna vez que todavía está pendiente…
Luego de tanto visto, era hora de planear mis últimos 15 días en Tokio y comenzar a enfocarme en lo que seguía… El regreso a Costa Rica.
Sonrían que nada cuesta!
Excelente!! la última entrada en la bitácora de un excelente viaje que te ha dejado enormes experiencias...!! Gracias Migue por compartirlo!
ResponderEliminarClaro!! :) Todavía hay un par de historias que contar que proximamente subo!!! :D
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